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Preguntas frecuentes sobre anorexia y bulimia



Preguntas frecuentes sobre anorexia y bulimia

¿Me veo muy gordo/a?

Estamos en una época en la que se ha impuesto la esclavitud de la imagen. Nuestra manera de vestir, las formas de actuar, dónde vamos y con quién vamos y, sobre todo, cómo lo contamos, ha alcanzado tanta importancia que se puede convertir en el motor de nuestras vidas.

Pero, ¿con quién me comparo? .¿Quién impone el modelo ideal de peso?

En la mayoría de las ocasiones, ¡acabamos sufriendo por 5 kilos! Actuamos de forma extravagante por evitar unos centímetros de grasa, porque no corresponde con la estética actual.

Si estás preocupado por tu peso, deberías hacerte esta pregunta, ¿realmente estoy gordo, me sobran algunos kilos, o acaso, no encajo con la moda impuesta?.

Porque vivir alrededor del cuidado del cuerpo, ser el centro del mundo por la ropa que uno viste, no poder comer casi ningún
alimento para evitar pasar de la talla 36, sufrir para tener un peso inferior al resto de la gente, ¿no es comportarse de una forma extraña?

Ser guapo y estar delgado no tiene nada que ver con ser feliz y sentirse a gusto con uno mismo.
Procura ser crítico y evita que te impongan modelos y estilos de vida llenos de trampas y medias verdades.
Descubre los intereses económicos y de comercio que se esconden detrás de los modelos que se imponen en nuestra época.
Si piensas que te sobran algunos quilos y te decides a perderlos, ¡tómalo con clama!. Entiende que se trata de una oportunidad para cambiar y mejorar cosas sobre ti.


¿Me ven muy gordo los demás?

Cuando nos preocupa nuestro peso tomamos una actitud de agresividad descontrolada hacia nosotros. Podemos llegar a tratarnos con algo de crueldad. Nos desagrada nuestra propia imagen, realizamos comparaciones horribles y monstruosas y podemos llegar a tener conductas bastante raritas.

Cuando los demás opinan sobre nosotros, aunque sean duros, son siempre más indulgentes que nosotros mismos. Cuando nos observan desde fuera, tienen una visión muchos más amplia, y no se centran solamente en un aspecto. No hay que olvidar que el físico es solo uno de ellos.

Sin embargo, si nosotros estamos preocupados por nuestro físico, le daremos una importancia magnificada, distorsionando su imagen real. De tal manera, que no podremos tener una visión objetiva de nuestra imagen. Para colmo, tampoco sabremos valorar nuestros otros aspectos positivos. No es extraño pensar que tenemos poco valor porque nuestro físico nos desagrada.

Es bueno observar como el culto al cuerpo es muy apreciado, que marca y diseña los estilos de vida de muchas personas. En muchas ocasiones somos esclavos de una imagen impuesta por los medios de comunicación, que es muy diferente a nuestro físico, nuestros valores y nuestras costumbres.



¡Me gustaría estar más delgado!

¿Por qué no? Y cambiar de hábitos de alimentación e incluso incorporar nuevas comidas.
No hay ninguna valoración negativa en la voluntad de cambios, más bien al contrario, siempre lo hemos de relacionar con el ánimo de mejorar nuestro aspecto.

Como toda acción de importancia, es importante planificar. Primero haremos un listado de los alimentos que comemos con más frecuencia y los ordenaremos en dos grupos, según tengan muchas o pocas calorías. Continuaremos por reconocer el número de comidas diarias y las veces que comemos entre horas. También estaremos pendientes de nuestra forma de comer, si lo hacemos con calma y sosiego o con estilo atropellado, como si de un troglodita veloz se tratara.
Y, por último, siempre debemos saber la energía que restamos. ¿Nos movemos? ¿Somos seres sedentarios, que no andamos aunque nos maten? ¿Tienes ropa deportiva, o ni siquiera sabes dónde la venden?

Una vez recopilada esta información, nos dispondremos al cambio. Preparamos una estrategia, relacionando los alimentos de los que aumentamos su ingesta y también los que reservaremos para situaciones y momentos especiales. Organizamos el tiempo para realizar más actividad física. Y, por último, introducimos los cambios necesarios en nuestra forma de comer.

Repletos de paciencia, con las miras puestas a largo plazo, y sabiendo que en algunas ocasiones resultará imposible mantener los cambios propuestos, nos dispondremos a alcanzar los objetivos propuestos.

Como se trata un procedimiento complejo, si tus objetivos son muy ambiciosos, es preferible pedir consejo especializado.

¿Qué es la bulimia?

La bulimia es una alteración de la conducta propia de las sociedades modernas, pero sobre todo de las sociedades ricas. Muy pocos son los casos que encontramos en el continente africano.

Cuando tenemos bulimia nos damos atracones de comida con mucha frecuencia; comemos de forma impulsiva y voraz, sin encontrar el momento de parar. Se acompaña siempre de malestar interior y con un importante sentimiento de culpa, que llevan a provocar el vómito de forma voluntaria y a tomar laxantes y medicamentos que hagan perder peso.

La persona con bulimia tiene una preocupación permanente por su peso y su imagen corporal, y estos pensamientos se convierten en el centro de su vida. Durante todo el día está pendiente de ellos y su cabeza se ocupa de ideas obsesivas que le provocan sufrimiento y malestar.

Sin embargo, todas las enfermedades que se relacionan con la conducta tienen unos límites confusos. No podemos decir con exactitud qué personas son consideradas sanas o enfermas.

Atracones de comida, sensaciones de que estamos a disgusto con nuestro peso, malestar con la imagen corporal y provocar un vómito ocasional, son fenómenos por los que todos podemos pasar de manera ocasional. En los periodos de estrés, en épocas de mayor tensión, o cuando sufrimos desengaños, podemos responder de esta manera. Estas situaciones esporádicas no significan que tengamos bulimia.

En cualquier caso, no hay que olvidar algo, siempre, en todas las circunstancias, la bulimia es un trastorno que se sufre en la soledad. No se comparten los sentimientos, ni los amigos más próximos conocen lo que nos pasa. Por supuesto, nuestra familia es ignorante de nuestro malestar.

La bulimia se acompaña de la culpa y la vergüenza. La mayoría de las personas que padecen la niegan de manera continuada. No piden ayuda y, por tanto, el sufrimiento se prolonga.

Si queda alguna duda, si en algo de todo esto te puedes ver reflejado/a, que alguien de tu confianza, con una mirada externa, te dé su opinión.

¿Me ocurre a mí eso de la anorexia?

La anorexia es un trastorno muy relacionado con la bulimia, se caracteriza porque sucede una alteración en la imagen del cuerpo, provocando graves problemas con la alimentación.

Las personas que la sufren se ven gordas y padecen un intenso miedo a engordar. Para evitar ganar peso actúan de manera diferente:

Disminuyendo la ingesta de comida a cantidades insignificantes.
Se produce un aumento de la actividad física diaria, llegando a realizar sesiones intensas de ejercicio.
Desaparece la sensación de hambre. Es habitual que no se perciban las ganas de comer.
Hay una tendencia a ocultar ante los demás, sobre todo ante la familia, la cantidad de comida ingerida. Es frecuente esconder alimentos en la servilleta o en la ropa.
Con alguna frecuencia se suelen provocar vómitos de manera voluntaria, sobre todo después de haber tenido la sensación de una comida excesiva.

Tal vez el aspecto más relevante e importante es que hay mensajes contradictorios. La persona que padece anorexia cree que su peso es normal, e incluso que le sobran kilos. Sin embargo, los que la rodean tienen opiniones muy diferentes, la ven demasiado delgada y constantemente se lo recuerdan.

Si continúa la anorexia, las molestias se hacen más importantes, apareciendo:

En las chicas suele desaparecer la regla.
Hay una tendencia a la introversión y al aislamiento, disminuyendo las relaciones sociales.
Se realiza un esfuerzo en concentrarse en los estudios, mejorando los resultados habituales. Hay un intento por demostrar que no sucede nada.
El sentimiento predominante es la tristeza, que en muchas ocasiones se acompaña de irritabilidad y nerviosismo.
Se actúa con recelo ante los demás, teniendo la sensación de que no son capaces de comprender lo que sucede, y sólo están interesados por la imagen corporal.

¿Debo preocuparme?

La anorexia, junto con la bulimia, son dos alteraciones que generan un gran sufrimiento entre los jóvenes de las sociedades modernas. Las primeras molestias aparecen entre los 14 y los 18 años. Con un tratamiento inicial es posible resolverlas, aunque en algunas ocasiones, se convierten en enfermedades crónicas, que persisten hasta la vejez. En las situaciones más graves puede producirse la muerte.

Pero, siendo necesario pedir ayuda al inicio del problema, mucho más importante es incorporar estilos de vida que nos hagan sentirnos mejor y, de esta forma, prevenir sufrimientos innecesarios:

Aliméntate según tus necesidades, actividad y gusto, evitando la obsesión impuesta sobre el peso ideal. Una dieta variada, equilibrada y divertida, y con la sensación de control sobre tu alimentación.
El aspecto físico es un valor más de los que disponemos, probablemente uno de los menos importantes. Evita que el aspecto físico se convierta en el motor de tu vida.
Admitir que no somos perfectos, que cometemos y hemos de cometer múltiples errores es estar más cerca de la realidad. Acepta que es imposible alcanzar todos tus objetivos y que junto a los éxitos y las satisfacciones aparecerán las decepciones y las frustraciones.
Es necesario aprender a resolver los problemas y las dificultades. Hay que afrontar las situaciones difíciles y no esconderse "debajo del ala", intentando que las cosas se arreglen por sí solas. No te ayudará negar la realidad ni ocultarla mediante el autoengaño.
Utiliza el deporte como una fuente de placer, para disfrutar y divertirte y, sobre todo, como una oportunidad para relacionarnos con otras personas.
Aprende a aceptarte, valorando tus cualidades y tolerando tus limitaciones. En definitiva, a estimarte un poco más.


¿La comida es fuente de salud?

Como hemos expuesto más arriba, nuestra alimentación es una gran oportunidad para encontrarnos un poco mejor. Éstas son algunas de las razones que lo avalan:

Comer puede se una manera de placer y diversión. También de riesgo y experimentación, en consecuencia, una fuente inestimable de bienestar.

Nuestra manera de comer influye directamente en nuestro estilo de vida. En consecuencia, averiguar cómo comemos y las maneras en las que nos relacionamos con la comida nos da gran información sobre nosotros.

Todas las alteraciones del ánimo afectan a nuestro estilo de alimentación. Dejamos de comer o nos atiborramos de comida. Tenemos vómitos o comemos como velocípedos. Nos negamos a comer ciertas comidas o nos arrebatan caprichos. En cualquier caso, la alimentación siempre se altera.

La mayoría de nuestros actos sociales se celebran en torno a la comida. La alimentación es mucho más que el aporte de energía al cuerpo, es la oportunidad de compartir con nuestros amigos y establecer lazos de relación que perdurarán para siempre. No es razonable desaprovechar las oportunidades que nos brinda.


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